20090704

De inventos e inventores


La historia está plagada de ingratitudes colosales, somos todos unos malagradecidos. Mientras que Bill Gates se pudre en dinero por un invento que nos ha sacado canas verdes en más de una ocasión (yo odio profundamente el Windows Vista), otros inventores murieron solos y sin el crédito que les correspondía. Hay objetos que, de tan cotidianos, nos parecen que han acompañado a la humanidad desde los albores del tiempo y sus inventores han sido relegados a la ignominia del olvido. Como el pilón. ¡Que vuelva el pilón!

Es hora de hacer algo al respecto. He aquí una lista de inventores y sus inventos junto con una breve síntesis sobre la circunstancias del acto creador.

John Pope Corn

John era una granjero con ideas poco convencionales, patentó, por ejemplo, aunque nunca sacó provecho de ello, un modo de hacer azúcar de remolacha pero sin remolachas, las sustituyó por pimientos morrones; baste decir que no logró vender siquiera un kilo de su amarga "azúcar". Como ése, tuvo muchos otros inventos sin que uno solo atrajera la fama y el reconocimiento que buscaba. Curiosamente la fórmula para hacer palomitas de maíz fue resultado de un accidente y Pope Corne no le prestó la suficiente atención. Ese día, según su diario, iba a preparar puré de maíz, que se logra primero cociendo los granos de maíz seco y luego machacándolos con leche fresca y mantequilla. Total que los puso en la olla pero un vecino dio en tocar la puerta solicitando una tacita de azúcar (de remolacha) y John Pope no agregó el agua a tiempo; cuando regresó, extrañado por el olor nuevo y las detonaciones de los granos, al destapar la olla ahí estaban, blancas, las palomitas. John las probó, las volvió a comer, ahora con sal, hizo una nota mental, y no volvió a pensar en esas blancas explosiones de los maíces. Meses después, en una reunión improvisada, John comentó su descubrimiento como una curiosidad, a petición lo repitió, y todos las hallaron "deliciosamente divertidas". Alguien hizo una broma sobre el apellido John y el maíz estallado*, y al poco tiempo, todos los convidados a esa histórica reunión, andaban por ahí repartiendo la receta de Pop Corn o palomitas. Murió en la pobreza y nunca la patentó.

Yuan Zhang Pu

Como la pólvora y el papel, el champú (shampoo) es invento de los chinos. Yuan Zhang Pu** era consejero del emperador Sima Yan (nombre póstumo Wu). de la
dinastía Jin. El emperador, harto de lavarse la cabeza con barras de sebo de sus enemigos, pues, duras como eran, frecuentemente le causaban chipotes, le exigió a Yuan que inventara una forma de hacer más suave el jabón, so pena de muerte. Zhang Pu intentó de todo, calentarlo (pero entonces se volvía manteca apestosa y, al enfriarse, se ponía duro otra vez) hacerlo pedacitos (pero se pegaba al cabello), disolverlo en vinagre (pero dejaba un olor desagradable). Hasta que se decidió por empezar de cero. Al final, una simple mezcla de cenizas, cáscara de arroz, sándalo, esencia de jazmín, lauril sulfato de sodio y pantenol salvó la vida de Yuan Zhang Pu. El invento llevó desde entonces su nombre.

Charles Pepper Mintz

Charles Pepper sufría de una pasiva pero constante infección de estreptococos en la garganta; además, tenía dos muelas cariadas y una dieta curiosa. Todo esto hacía que tuviera un aliento espantoso. Una reseña social de la época refiere que su aliento olía como si Sir Pepper Mintz "se hubiera comido un muerto que a su vez hubiera comido caca de perro enfermo". Cansado de masticar hierbajos y hacer gárgaras con agua de colonia para mejorar su aliento, Sir Pepper Mintz dedicó su tiempo a encontrar una manera efectiva de paliar su pestilencia. Por fin, 20 años después, con su fortuna decrecida a lo mínimo y su patrimonio arruinado, Sir Charles logró hacer unos comprimidos de la planta de la menta que, además de mejorar su aliento, sabían muy ricas. Para su desfortuna, ya no le quedaban dientes, la infección se le había curado y, por la falta de dinero, sus hábitos alimenticios ya habían cambiado. Nadie le volvió a decir que le olía la boca. La inventora de los enjuagues bucales, Astrid Gozol, retomó el uso de la menta y le dedicó la patente a Sir Charles Pepper Mintz.

Ying Tzu Kagasawa

Durante la celebración del Bonenkai, Ying Tzu Kagasawa se metió en una riña con unos truhanes que le tumbaron los dientes a golpes. Como Ying Tzu era alérgico a la madera, no soportó la dentadura hecha de este material ni dos días. Varios meses estuvo con una dieta de frutas ralladas y verdura hervida y machacada, lo que le provocaba una diarrea sempiterna que lo vaciaba día y noche. Pronto tuvo que abandonar su carrera de luchador de sumo y, con ella, el favor de las mujeres. Sumido en la desesperación y al borde del suicidio, Kagasawa*** resolvió inventar un dispositivo que le permitiera cortar en pedazos pequeños la comida sólida. En realidad su diseño era similar al de una katana. Al principio muy grandes, y después muy cortos, Kagasawa diseñó toda una gama de lo que ahora conocemos como cuchillos. Poco a poco descubrió el uso de los cuchillos, curvos unos, gruesos otros, delgados, largos, y con un sinfín de formas, los había desde para cortar un huevo duro hasta para descaparazonar**** una tortuga. Ying Tzu pronto recuperó su corpulencia.


Quedan fuera por controversiales:

El caso de Scott Hott Dögg, inventor del "perro caliente" o jocho, pues se le acusó de plagiario: la salchicha ya había sido inventada, simultáneamente, en italia por Sally Gigia y en Alemania por Brad Wurst. Scott Hott Dögg argumentó que su platillo era un objeto de arte ready made.

El caso de Pierre Boiler,***** que inventó el calentador de agua cuando la gente ya la calentaba en calderas para bañarse. Su innovación consistió en el sistema de tuberías y en el uso del termostato para apagar su aparato automáticamente.

Y el caso del conde de Sandwich, pues ya se le ha hecho justicia.
Clic aquí para ver la wikipedia.



*Juego de palabras intraducible.
**Pronúnciese Juan Champú.
***Curiosamente, el juego de palabras entre el apellido de Ying Tzu, Kagasawa, y su terrible padecimiento, no existe en japonés.
****Aunque ausente del español, este vocablo es absolutamente válido en japonés.
*****Pronúnciese Pie Bualé.

3 comentarios:

Don Polo dijo...

No mametralles, Arman van Dis!
Mu'bueno, MUAAAAAJA!

le consentement tacite dijo...

¡changos! y yo estaré más que mendigando y nadie reconocerá la importancia del verbo lorenear, jajaja.

Abrazo

Gavilán Pollero dijo...

puros héroes, qué bueno que eres Armandís por sacarlos del anonimato!

Abrazo fuerrrrte!